Estaba Caperucita Roja caminando por el bosque, se le apareció el lobo y el muy pendejo se la comió. Claro, si hubiera llegado donde su abuela a tiempo esto no hubiera pasado. Seguro que al llegar llamaban al “muy macho” cazador y de un escopetazo cuasi mágico caía vencido el malo de la película. O incluso, en el remake más moderno, la abuelita misma lo mataba a mano limpia después de tomarse un Red Bull. Pero nada de eso pasó pues la muy boluda se olvido su brújula. ¿O es que no tenía una? De todas formas no hay mucho que pueda hacer uno perdido en el bosque y sin tener un Norte que lo guie. Nada más que vagar y deambular sin rumbo esperando que las cosas se solucionen solas. ¿Y hasta mientras que? Pues nada, solo esperar que el tiempo pase, porque de nada sirve caminar si no se sabe a dónde va. Lo más triste de esta historia, es que aún sabiendo que no iba a ningún lugar siguió caminando. No es la única, así somos todos.
Buscando el Norte… de nuevo.
Buscando el Norte… de nuevo.